viernes 12 de octubre de 2018

Edificio UNCTAD III

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David Maulen de los Reyes[1]

Edificio UNCTAD III fue el nombre con el que se conoció al Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral (CCMGM), construido inicialmente en 275 días para recibir a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas en Comercio y Desarrollo (conocida por su sigla en inglés UNCTAD III), realizada en Santiago de Chile en abril y mayo del año 1972. Después del golpe de estado el 11 de septiembre de 1973 y la posterior ocupación militar del edificio, fue rebautizado como Edificio Diego Portales. En efecto, la referencia a la primera mujer premio Nobel de Literatura latinoamericana simbolizaba el proyecto cultural y social que venía gestándose desde el Gobierno del Frente Popular –asociado a su vez a la actuación latinoamericanista de la poetisa en diversos escenarios locales y globales–. Al contrario, el nombre Diego Portales representaba la idea de refundación nacional e instauración de un nuevo orden político y económico, abierto al libre mercado por medio del uso de la fuerza, como fue, de hecho, el régimen constitucional implementado por este en 1833.

El proyecto original de 1971 consideró la construcción de un edificio placa, compuesto por una gran superficie horizontal que continuaba la altura de las otras construcciones aledañas, basado en un sistema de grandes pilares en la vereda norte de la Alameda, entre las calles Portugal y Namur, y la adaptación de una torre de la remodelación San Borja.

Según las entidades colegiadas especialistas de la época, un proyecto así podría haber tardado entre dos a tres años de ejecución. Sin embargo –y de manera excepcional– fue construido en 275 días. El mayor mérito para esta exitosa gestión se debe al rol que ocuparon las organizaciones de trabajadores de la construcción, en coordinación con los técnicos especialistas. El nivel de compromiso para que la obra fuese terminada a tiempo hizo que incluso, se pasara de dos a tres turnos laborales y que en algunos casos, se planteara en la figura del obrero-ingeniero.

El equipo de arquitectos a cargo estuvo constituido por José Medina Rivaud, Hugo Gaggero, Juan Echenique, José Covacevic, actuando como coordinador general Sergio González. La contraparte del Ministerio de la Vivienda era la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), y en su representación el Director arquitecto Miguel Lawner. Asimismo, la coordinación se dio en varias escalas, destacándose entre otros la participación del representante de los trabajadores Rufino Mejías.

El proyecto contó con innovaciones organizativas y tecnológicas, como la adaptación del software predictivo Pert, utilizado por el informático Hellmuth Stuven en los programas de vivienda social de la Unidad Popular, con el Método de Ruta Crítica CPM. La combinación de ambos, Pert y CPM, permitía calcular de manera simultánea varias miles de actividades por venir –como en una gran carta Gantt– pero además, pronosticar de manera rigurosa la duración de las actividades sin que eventuales pequeños cambios alteraran la obra o las metas de construcción final. En el caso de la UNCTAD III, sus gestores fueron aún más lejos, aprovechando la experiencia adquirida con la metodología del “comité de obra”, utilizada por entonces por la constructora Desco, en la cual cada detalle del proyecto era previamente discutido con todos los involucrados. Al contrario del tradicional diseño corporativo y lógica vertical (donde solo el ingeniero y arquitecto entregan instrucciones), la postura de organización horizontal, descentralizada y participativa de la obra permitió a Stuven crear lo que llamó “pirámide invertida”, un proceso de cálculo donde la informática también era utilizada de manera descentralizada. De hecho, es probable que la puesta en práctica de este tipo de modelo de trabajo reflejara aún mejor los contenidos que se discutirían en la conferencia misma, convirtiéndose esta construcción en un hito de avanzada excepcional:

Yo no me asigno más que el rol de la planificación, lo que yo te digo es que los que verdaderamente hicieron la obra fueron los trabajadores.

Se creó un sistema de seguimiento, imagínate que yo tenía solamente cuatro personas para hacer el seguimiento de todas las obras en el país. Entonces era imposible hacer uno en particular, por mucha importancia que tuviera la UNCTAD.

Entonces lo que hicimos. Nos reunimos con todos los Jefes de Cuadrilla, y a ellos se les enseñó a entender el plano Pert, y la Lista de actividades.

Teníamos veinticinco capataces, que eran informados, y ellos a su vez como siempre delegaban, tenían por lo menos dos ayudantes más. O sea teníamos un total de setenta y cinco personas que nos daban información dos veces al día, y podíamos prever de un día para otro. Haciendo un seguimiento, a veces manual, y a veces por computación, de lo que significaba el avance de las obras. Entonces nos significaba el avance de las obras. Podíamos hacer un estado de avance de obra, en forma de carta Gantt por actividad, porcentaje terminado.

(Stuven, Hellmuth, entrevista grabada, Valparaíso 12/2006, inédita)

Otro concepto central en la construcción de la obra fue el de “Arte Integrado a la Arquitectura”, cuya materialización fue coordinada por el artista Eduardo Martínez Bonati, sintetizando a través de diferentes tendencias un sentimiento y necesidad de participación en los cambios sociales, que caracterizaba a los artistas de la época. Muchos, tal vez como única vez en su vida, asumieron el desafío técnico y monetario de ser incorporados a la obra con una jerarquía profesional equivalente a un carpintero de primera categoría. Las expresiones de esta iniciativa fueron tan variadas como: el telar colectivo realizado por las tejedoras de Isla Negra, relatando su vida; el panel acústico de Iván Vial; la claraboya geométrica de ingreso de Juan Bernal Ponce; los ritmos geométricos hacia el comedor popular de Nemesio Antúnez; las sillas de Garretón; la iluminación de Bernardo Trumper y Ramón López, entre otros. Estos son muchos otros ejemplos donde la individualidad del artista se diluía en pos del concepto de ejecución común.

UNCTAD tenía por objetivo definir las políticas de desarrollo para los países del Tercer mundo y por ende, cobraba especial interés que el evento se realizara en Chile, después de los encuentros iniciales en Ginebra y Nueva Delhi. Para que esto sucediera, fue fundamental la gestión del Grupo de los 77 (G77), conjunto de naciones que representaba los intereses del “Tercer Mundo”[2][1] con una fuerte dependencia a las políticas occidentales centralizadas. Por todo esto, el que la conferencia se realizara en Santiago y, durante el gobierno socialista de Salvador Allende, abogaba por un modelo de desarrollo alternativo al planteado por los dos grandes bloques oriental y occidental de las principales potencias industriales y económicas de la época, durante la llamada “Guerra Fría”.

Al acordarse la construcción del edificio UNCTAD III se decretó que posterior a su uso para la conferencia, el inmueble estaría destinado a actividades de fortalecimiento y difusión de la cultura popular. Este concepto sería materializado a través de la gestión de Irma Cáceres de Almeyda hasta septiembre de 1973, cuyo foco principal apuntaba a la cohesión social. Durante este período, el gran centro cultural destacó por sus actividades realizadas en la llamada Torre de las Mujeres, el funcionamiento ininterrumpido de un gran comedor popular y el uso prioritario para sindicatos, organización de trabajadores agrícolas y estudiantes. El modelo de gestión fue auto financiado, con foco en actividades de fomento al desarrollo del país y de la región, tales como la primera reunión de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el encuentro internacional de sindicatos o la reunión de la organización de museos.

Después del golpe militar de 1973, el edificio UNCTAD III fue ocupado como sede de gobierno de la Junta Militar, perdiéndose su carácter público e integrado a la ciudad al instalarse un sistema de seguridad y rejas. Asimismo, muchas de las obras expresamente realizadas para este inmueble desaparecieron, lo que hizo que en los años posteriores muchos ciudadanos ignoraran el origen del conjunto de edificios, atribuyéndolo a los militares.

Con la vuelta de la Democracia en los años 1990 y 2000, hubo intentos del Colegio de Arquitectos de Chile para que los edificios volvieran a su vocación pública, como habían sido conceptualizados originalmente. Sin embargo, el conjunto urbano siguió bajo administración militar, asunto que pasó a formar parte del debate público después de un gran incendio ocurrido en marzo del año 2006, generando una enorme discusión sobre su destino. Finalmente, se decidió crear una comisión interministerial integrada por el Consejo de las Artes y la Cultura, los Ministerios de Educación, Bienes Nacionales y de Obras Públicas, quien ejecutaron la decisión que volviera a su rol de centro cultural[3][2], orientado esta vez a las Artes Escénicas, recuperando así su nombre como Nuevo Centro Cultural Gabriela Mistral en el año 2007, hoy conocido con la sigla GAM.

 

Bibliografía

  • Berrios, M., Lawner, M., Maulen, D., (2007). “UNCTAD III. Santiago de Chile, 06/1971-04/1972”, Documenta Magazine N° 1-3, 2007 Reader, Taschen, pp. 90 – 103. Documenta 12 magazine. / (Irregular.) Kassel : Taschen, 2007-v. : il. Idioma: GerSpa  | Soporte y Formato: PapelExistencia(s): No. 1 (2007)-Ubicar en CeDoc por: EA COLRI
  • Maulen, D., (2016). “Una trayectoria excepcional”, revista ARQ, n. 92, PUC, pp. 68-79.
  • ________., (2017). “Pasado revisitado. Lugar de reactivación de las memorias del edificio UNCTAD III, BiblioGAM”, revista de arquitectura n. 33, FAU UCh, pp. 17-30.
  • Talesnik, D., (2013). “Monumentality and resignification”, Latin American Modern Architectures, Routledge, pp. 135-152.
  • Stuven, Hellmuth, entevistado por David Maulen, grabación inédita, Valparaíso 12/2006

 

Lista de imágenes

  1. Irma Cáceres de Almeyda, Directora del Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral y de la Torre de las Mujeres entre junio 1972 y septiembre 1973. «Irma Cáceres de Almeyda. Timonel del edificio Gabriela Mistral», Revista En Viaje n. 466, noviembre-diciembre 1972, p.55, Archivo DIBAM.
  2. Rufino Mejías, dirigente de los trabajadores del edificio UNCTAD III. «El compañero Rufino», Rufino Mejías dirigente, Revista En Viaje n. 461, abril 1972, p. 67, Archivo DIBAM.
  3. Hellmuth Stuven, (izq.) informático de la Corporación de Mejoramiento Urbano en la Villa San Luis de Las Condes, 1971. Su utilización del software predictivo Pert, y el método de ruta crítica CPM, en la programación de vivienda social sería readaptado “heterárquicamente” en la construcción del edificio UNCTAD III. Archivo Miguel Lawner.
  4. Eduardo Martínez Bonati coordinando la implementación del arte integrado a la arquitectura del edificio UNCTAD III. “También una obra de arte”, Revista Hechos Mundiales, n. 53, Quimantú, abril 1972, p. 59, Archivo David Maulen.
  5. Gerhard Hasenberg, fotografía del Edificio UNCTAD III, y CCMGM luego de su inauguración el año 1972, Biblioteca Nacional de Chile Archivo Fotográfico y Digital, Archivo DIBAM.

 

[1] David Maulen de los Reyes (1974). Desde 1999 investigador de las relaciones entre arte, ciencia, tecnología y sociedad en Chile y Sudamérica. Curador, docente y diseñador. Autor de la referencia histórica para: concurso internacional Nuevo Centro Cultural Gabriela Mistral, publicado con anterioridad por revista de arquitectura, n. 13, FAU U Chile. Junto a María Berrios y Miguel Lawner, autor de la referencia al edificio UNCTAD III, en la XII documenta de Kassel. Proyecto documenta magazines: “modernity?”, distribuido por Taschen. Junto a Germán Liñero y Carnada Films, asesor del documental sobre el arquitecto UNCTAD III, Sergio González. Junto a Daniel Llach y Javier Vásquez, autor del sistema de visualización de trayectorias genealógicas del edificio UNCTAD III, en la Biblioteca del Centro GAM.

[2] Término nacido después de la segunda guerra mundial para referirse a los “países subdesarrollados”.

[3] El concurso internacional para rediseñar el nuevo centro solo consideró la ejecución en el edificio placa dañado. La torre original volvió al Ministerio de Bienes Nacionales el año 2017.

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