jueves 12 de agosto de 2021
Por Inti Briones
Invierno, 25 de julio de 2021. Esta podría ser una carta de agradecimiento a quien no lo ha pedido. Ya son 80 años de su nacimiento, y 10 años de -como decía Sokan- “hacer cosas importantes en otro mundo”.
Antes que nada, quisiera sugerir que quien escribe no es más que una especie de sobrino adoptivo que tuvo la suerte de ser generosamente invitado a visitar un complejo, lúdico y afectivo misterio que considero debe mantenerse así. Estas líneas serán como recorrer nuevamente algunos caminos, por los cuales un aspirante a aprendiz trunco pudo aproximarse a la intuición de una imagen, sobre todo invisible.
Tal vez sea pertinente relatar brevemente nuestro segundo encuentro, el primero queda para más adelante. Después de una llamada muy cordial, fui citado a un restaurante tradicional de Providencia, al que llegué unos minutos antes de lo acordado, y donde todos los clientes parecían llevar tantos años como los mozos que atendían. Ciertos hábitos y ceremonias de antaño me hacían recordar el hotel de El Resplandor. Suspendidos en el tiempo nos saludamos mientras la maquina de café anunciaba la partida del único joven y apurado oficinista que no había visto.
Una luz suave y uniforme evitaba sombras dramáticas sobre cada sándwich que pasaba levitando con un variopinto acompañamiento. El gran enigma de todos los tiempos es el del equilibro de aquellas torres que llegaban a las mesas impecables. Cabe recomendar la escena maravillosa de los museos en Cofralandes, entre los cuales se encontraba el museo del sándwich.
La posición de la mesa a la que me debía dirigir era estratégica, tenía la mejor visión hacia la puerta de entrada, pero a la vez era muy discreta. Raúl leía la primera edición de un autor que en esa época era desconocido para mí. El manual de una cámara domestica y un cuaderno de apuntes hecho a mano dormían sobre el mantel de cuadritos rojos lavado infinitas veces.
Después de algunos años comprendí que leer primeras ediciones era como acercarse al Big Bang de un autor. Un viaje en el tiempo observando la luz de una estrella que ha viajado tanto, que al llegar a nosotros, puede que ya no esté físicamente. Eso puede reconocerse como el primer misterio en una imagen que nos invita a tomar contacto con nuestro ser atávico. Y que por la fuerza de hábitos arraigados y algo de distracción, se nos hace invisible como las estrellas ocultas por la luz del día.
Escuché sobre un Chile que yo no conocía tanto. Luego conversamos sobre Gabriela Mistral, Augusto D’Halmar, Federico Gana, Nicanor Parra, German Marín, Adolfo Couve, Armando Uribe y Jorge Teillier, entre muchos otros.
Recordó con mucho cariño a dos niños muy tranquilos que se sentaron desde el mediodía a leer en la sala mientras los padres de estos, invitados de honor a la casa de su madre en Huelén, comentaban durante un largo almuerzo y sobremesa que se extendió hasta altas horas de la noche sobre la vida de Proust, Pauwels, Bergier, Schumann, Víctor Hugo, Emily Dickinson y tantos otros, curiosos y atraídos por lo fantástico.
No recuerdo como llegamos a la historia de su tío chilote que batalló por varios días con un toro que no lo dejaba cruzar el puente. El hecho es que me parecía demasiado inverosímil por lo asombroso de los acontecimientos, pero con el paso de los años pude constatar que era totalmente cierto y que la única diferencia entre el relato y los hechos, estaba en los detalles en que estaban puestos los acentos.
Mi escepticismo me mantuvo muy atento al manual que parecía abandonado sobre la mesa con el mantel de cuadrados rojos. En cierta medida, también era desconcertante que alguien en un restaurante como ese llevara consigo un manual de cámara de último modelo.
Haciendo una pequeña pausa, me acercó el manual para matar mi curiosidad. A continuación sacó un maletín pequeño que estaba debajo de la mesa, preguntándose si sabría usar ese tipo de cámaras. Luego de hojear el manual, me di cuenta que era una cámara doméstica y le respondí que en cosa de minutos él podría usar esa cámara también. Le explique cómo hacerlo y con mucha serenidad regresó el maletín a su lugar, comentando que acababa de comprender que esas cámaras habían llegado para dar más libertad a viejos cineastas, curiosos e incansables como él. “Conseguiré otra para ti” dijo mientras hacía la clásica seña de escribir en el aire.
Mientras llegaba la cuenta, comentamos sobre el Chile de Violeta Parra, me explicó qué eran las espinelas, y me contó sobre las cofradías de payadores de distintas partes del mundo. Ese hallazgo lo hacía pensar que el mundo estaba poblado de cuentos populares, ritmos y formas de intercambio con raíces comunes, con nombres y personajes diferentes, pero finalmente las tradiciones se descubren hermanas.
Años más tarde, Raúl me comentó sobre los campos mórficos de Rupert Sheldrake y sentí que se hermanaban también con el I Ching y los arquetipos de Jung. Escuchando unas recientes charlas de Gastón Soublette, aprendí que el pueblo Mapuche también tenía muchos elementos en común con los chinos, por ejemplo.
Desde ese punto de vista pude observar a un Raúl Ruiz chino-chilote que se construía desde el vacuo. Importante no confundirnos con la nada donde no hay nada, ya que el vacuo alterna de modo dinámico la forma de lo que lo contiene con lo que entra en él para ser contenido.
El cuerpo solo se conoce en su totalidad cuando tomamos en cuenta la célula, los tejidos y las estructuras que lo soportan, una interdependencia en la que para una mejor percepción, no se puede olvidar el cuerpo total y el espíritu de las partículas que le dan vida a todo.
Podemos así cambiar la palabra cuerpo por imagen y adentrarnos en el misterio nuevamente, sin oponernos a la idea de que pensamos e imaginamos parecido, pero a nuestro modo, con diferentes intensidades y profundidades. Por ejemplo, “los ciegos también construyen imágenes como las nuestras, la única diferencia es que estas se mueven” sentenció mientras nos estrechábamos la mano.
Durante y después de Cofralandes Raúl llevó siempre consigo una cámara de video que cabía en su bolsillo.
Quedamos en juntarnos en tres días más para desayunar y probar qué podíamos hacer. De esa forma él vería si me contrataba para su nuevo proyecto. En sus palabras “el proyecto más libre de todos los que le había tocado hacer”. Eso lo tenía muy contento y animado, me parece que también había algo de reconciliación con ese Chile que muchas veces le parecía un infierno, sobre todo cuando los chilenos se rendían a pensar que lo único que puede hacerse en este país es comprarse un auto nuevo de vez en cuando.
Dos días después, temprano por la mañana, tomamos un té en el departamento de sus padres en la calle Huelén y en cosa de media hora la luz del sol atravesaba las cortinas, creando lindos diseños sobre una mesa pequeña con adornos eclécticos que combinaban muy bien con el piso de madera, la alfombra y un sofá.
Raúl se levantó diciendo que le parecía buena idea comenzar nuestro primer día de rodaje en casa, porque lo mejor era comenzar en territorio conocido. Trajo un recipiente con agua, lo puso a la luz del sol y comenzó a lanzar unas monedas grandes, prendí la cámara. Las ondas comenzaron a proyectarse sobre las lámparas de vidrio del comedor y el techo, intuitivamente apunté la cámara hacia arriba y al hacer el movimiento tomé conciencia de la música que venía de la sala. Sonata para piano No. 18 de Beethoven interpretada por Daniel Barenboim. Regresé al rayo de luz que se escapaba del recipiente con agua mientras las monedas continuaban cayendo lentamente, una a una.
“Ahora un temblor” dijo. Moví el trípode de la cámara suavemente, Raúl hizo temblar la mesa levemente y después de unos instantes, cortamos. “Chile es un país telúrico. Tenemos nuestra primera escena, mañana llega con tu cámara, juntémonos a almorzar” me diría también en ese momento.
Cuando levantamos una capa, esta deja ver otra y otra y otra y otra, hasta que entramos en un sueño sin fin, en el que nos vemos inevitablemente enfrentados a la realidad, como niños frente a un espejo, y donde el humor es la forma más efectiva para sobrevivir a la complejidad del universo.
Descubrir ese espacio de libertad fue una visión movilizadora, lo aparentemente evidente del sol y el mar, podía convertirse en infinitos puntos invisibles que nos llevaban a un paraíso de estrellas en un puñado de arena.
Nuestros encuentros se transformaron en una gran oportunidad para mí. Nacía una cierta belleza en aquella totalidad incomprensible de la que usualmente rehuía porque en ella me podía perder.
Por cierto, en honor a la verdad, ayuda mucho una pequeña ruta de navegación iniciática de la cual estaré eternamente agradecido, y que suelo usar en casos como esta temeraria invitación a escribir sobre esos momentos de magia y cocinería a los que fui convidado.
Un espíritu dormido es fácil de engatusar con la promesa del camino corto, eso mismo pasa con una imagen sin sustancia. Esa que trae promesas falsas y que se manifiestan como la nada de la nada, en el silencio de nuestra habitación en esas noches tras un partido de fútbol ganado por nuestro equipo preferido.
Siempre pienso en las primeras líneas de La Poética del cine de Raúl Ruiz donde cita a Edgard Wind: “¿Qué es un símbolo? Decir una cosa y significar otra. ¿Por qué no decirlo directamente? Por la simple razón de que ciertos fenómenos tienden a disolverse si nos acercamos a ellos sin ceremonia”.
Inti Briones (Perú, 1971) cinematógrafo. Es el director de fotografía de las últimas películas y series que Raúl Ruiz filmó en Chile, entre ellas La Noche de enfrente (2012), La casa Nucingen (2009), Recta Provincia (2007), Días de Campo (2004) y Cofralandes (2002). También ha trabajado con directores como Melina León, Paula Gaitán, Julia Loktev, Daniela Thomas, José Luis Torres Leiva, Walter Salles, Jayro Bustamante, Dominga Sotomayor, Alejandro Férnandez y Cristián Jiménez entre otros. Fue nombrado en el 2013 por la revista “Variety” como uno de los diez directores de fotografía a observar. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Pedro Sienna, además del “Premio Coral” del Festival de La Habana en el 2016, y el premio “FEDORA” del Festival Internacional de Cine de Venecia en el 2013.
Redes sociales
Instagram: @______viajebeat______ y @inti_briones
Esta publicación se enmarca dentro de la iniciativa realizada en conjunto por CNAC y el Área de Fotografía del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile dentro del contexto del Mes de la Fotografía, la cual consiste en compartir entrevistas, textos y reflexiones en torno a fotógrafas, fotógrafos y agentes relevantes de la fotografía nacional e internacional.