miércoles 17 de octubre de 2018
Ramón Castillo[1]
La abstracción en Chile aparece en dos momentos cronológicos muy distintos y no siempre conectados: entre los años 20 y 30, y desde mediados de los años 50 y hasta los años 80. El surgimiento del primer período abstracto repercutió fugazmente en el ámbito de la enseñanza artística en el contexto de la Reforma Educacional de las artes patrocinada por el Ministerio de Educación Pública (1928). Antes que esto sucediera, la Academia, cuya dirección estaba en manos europeas desde su fundación en 1849, impartía una formación solo basada en cánones estéticos regidos por la figuración y el Academicismo europeo. En otras palabras, sus sucesivos directores Ciccarelli, Kirbach y Mochi difundían esencialmente el Neoclasicismo y Realismo provenientes de las academias y salones oficiales de Italia, Francia y Alemania.
Por otro lado, el cultivo del arte abstracto durante la década del veinte llegará a través de las obras y actividades de los jóvenes chilenos residentes en París. Así es como en sus calles y academias libres veremos a: los hermanos Julio y Manuel Ortiz de Zárate, Henriette Petit, José Perotti y Luis Vargas Rosas (Gupo Montparnasse 1923-1925), durante el mismo período estarán Sara Malvar, Camilo Mori, Jorge Cáceres, Jorge Caballero y María Valencia. Mas, el catalizador y epicentro creativo, fue el poeta Vicente Huidobro, quién desde una obra liminar entre poesía y visualidad, se revelará contra la tradición mimética en el arte. Su poema Non Serviam de 1914 instauró una tradición en Sudamérica: “Y he aquí que una buena mañana, después de una noche de preciosos sueños y delicadas pesadillas, el poeta se levanta y grita a la madre Natura: Non serviam” (Huidobro, 1914-2017).
Tanto las influencias europeas como Vicente Huidobro y los retornados artistas fueron el contexto para realizar la Reforma Universitaria de 1928, liderada por el artista ruso Boris Grigoriev y el pintor y músico chileno Carlos Isamitt. La vanguardista iniciativa fue abruptamente interrumpida: se publicó en septiembre el documento oficial, y en noviembre fue clausurada la Academia por orden del Ministro de Instrucción Pública. A partir de 1930 la Academia de Bellas Artes pasó a llamarse Escuela de Bellas Artes siendo integrada a la Universidad de Chile. La formación del Grupo Decembrista integrado originalmente por María Valencia, Gabriela Rivadeneria, Jaime Dvor (Dvrosky) y Waldo Parraguez, fueron apoyados financiera y editorialmente por Huidobro entre 1933 y 1935: “Se nota en estos cuatro aristas un afán de poner lirismo en lo que no lo tiene, una especie de sublime caridad con todo lo despreciado” (Huidobro, Vicente, 1933-1963).
El segundo momento de la abstracción en Chile comenzó en los años 50. Las distintas direcciones que asumió el arte no-figurativo o “no objetivo” provinieron de distintas fuentes directas e indirectas, nacionales e internacionales: de los viajes y conferencias de Emilo Pettoruti (Argentina) en Chile, y de la relación artística y fraternal entre Vicente Huidobro y el uruguayo Joaquín Torres García (Castillo, 2017).
En cuanto a exposiciones colectivas, la cronología del arte abstracto comienza con “Arte Concreto. 1ª Exposición en Chile” en el Hotel Miramar de Viña del Mar y posteriormente en la Sala del Ministerio de Educación en Santiago el 1952. Participaron los argentinos Alfredo Hlito, Tomás Maldonado, Enio Iommi y Claudio Girola, siendo presentada por el Instituto de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (UCV). Hubo una segunda exposición itinerante, esta vez proveniente de Italia, titulada “Movimiento Arte Concreta Milan”, y se presentó en el mismo hotel en agosto de 1953.
Los episodios artísticos que constituyen la abstracción están marcados por exposiciones, y también por artistas. Es el caso de los hermanos argentinos Claudio y Enio Girola continuaron sus carreras artísticas por separado: el primero en Chile y el segundo en Argentina. El pintor cubano Mario Carreño viajó invitado a Chile entre 1948 y 1956, y se quedará a vivir a partir de 1957, formó la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica en 1959 y realizó obras en caballete y el espacio público, entre otras el Mural del Colegio San Ignacio de El Bosque (1962).
Por otra parte, el Grupo Rectángulo estuvo integrado inicialmente por artistas de la Universidad de Chile y reunió a varias disciplinas a partir de 1955, y su primera exposición fue en 1956: “Pintores, escultores, poetas, músicos amigos, han formado el Grupo Rectángulo y de Arte Moderno. Nace el Grupo bajo un signo mental que simboliza: unidad, solidez, y estabilidad. Sus componentes tienen la convicción que existe un lenguaje nuevo o arte moderno que es necesario conocer, practicar y difundir” (Catálogo Rectángulo, 1956).
En 1961 Rectángulo se disolvió, sin embargo, fue refundado en 1962 por el pintor e intelectual Ramón Vergara Grez (1923-2012) bajo el nombre de “Grupo Forma y Espacio”. El debut fue a través de la 1ª “Muestra del Movimiento Internacional Forma y Espacio” (1962) que se presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, donde participaron artistas de Uruguay, Argentina y Chile, los que realizaron un Manifiesto: “Estimamos que todas las formas progresistas del arte han sido valederas, en la medida que su experiencia creativa ha vislumbrado para el hombre posibilidades de vivir en un mundo más puro y bello. En consecuencia, y para afrontar el momento presente, acordamos mantener unidos nuestros esfuerzos en un frente de artistas constructivos” (Manifiesto de los Pintores Constructivos, 1962). Junto a una prolífica producción de textos, pinturas y numerosos viajes realizados por Vergara Grez, su concepto Geometría andina logró sintetizar su investigación sobre las culturas precolombinas y el territorio nacional, a la vez de intentar un lenguaje de signos de colores planos y de códigos universales como en Carta abierta a Europa de 1959.
Significativa fue la participación de mujeres en las dos etapas del grupo: Elsa Bolivar, Carmen Piemonte, Paz Olea, Aixa Vicuña, Gabriela Chelew, Alicia Blanche, Mónica Soler-Vicens y Virginia Huneeus. Debemos agregar a dos escultoras que ocasionalmente participaron en Rectángulo y Forma y Espacio como Marta Colvin y Lily Garafulic.
A partir de 1968 se integrarán a Forma y Espacio, los pintores Miguel Cosgrove, Francisco Pérez, Claudio Román, Sergio Berthoud, Roberto Carmona, James Smith Rodríguez, Robinson Mora, el teórico y pintor Waldo Vila, Kurt Herdan, el arquitecto y pintor Mario Carvajal, Ernesto Muñoz y Luis Diharce. Otros artistas afines, pero independientes fueron: los pintores Ricardo Yrarrázaval, Patricio Court, y el escultor Federico Assler.
Gustavo Poblete (1917-2005) participó de Forma y Espacio hasta el año 1968. Fue uno de los artistas que llevó a la radicalidad lo interdisciplinar y constructivo: “La integración de las artes, arte público por excelencia. No como yuxtaposición de la pintura, cerámica, escultura y arquitectura, sino como una interdependencia de las mismas en la UNIDAD viva” (Forma y Espacio, 1968). En esta misma dirección tecnológica y electrónica está la investigación del ingeniero Juan Carlos Martinoya y del escultor Abraham Freifeld (Maulen, 2013).
Un eslabón omitido de la historiografía local lo constituye Cornelia Vargas Koch (Alemania, 1933) quien se formó en ULM bajo la enseñanza de Max Bill. Se casó con el arquitecto de la UCV, Eduardo Vargas con quien posteriormente vivió y trabajó en Valparaíso a partir de los años sesenta, realizando docencia y arte concreto aplicado al arte, diseño y arquitectura.
Dentro del arte óptico y cinético hubo dos exposiciones históricas: “Arte Cinético en Chile”, Instituto Chileno Norteamericano y luego en el Museo de Arte Contemporáneo, ambas en 1970. En esta exposición se presentaron obras de Iván Vial Williams, Carlos Ortúzar, Matilde Pérez (1916-2014) y del estudiante de ingeniería, Alejandro Siña. Otros artistas que realizaron arte electrónico y cinético mientras vivieron en Estados Unidos en los años sesenta, fueron Enrique Castro Cid y Juan Downey.
Iván Contreras-Brunet partió a Francia en 1954, recibiendo la influencia directa de los fundadores del arte cinético: de los venezolanos Jesús Soto y Carlos Cruz Diez y del rumano Victor Vasarely. En 1960 llegó becada a Paris, Matilde Pérez quien estudió con Vasarely y tendrá una estrecha relación con los artistas del G.R.A.V. (Groupe de recherche d´Art Visuel) entre los que destacan el argentino Julio Le Parc. Pérez realizó obras ópticas y cinéticas, como el Tunel Cinético (1970), Cruz del Sur (1975) y el monumental Friso Cinético de 1982 instalado originalmente en el centro comercial Apumanque.
Como movimiento propiamente moderno y colectivo, de aspiración universalista, interdisciplinar y utópico, la abstracción constructiva acabó hacia los años 80, con la exposición del trigésimo aniversario “Movimiento Internacional Forma y Espacio” de 1985 y las últimas obras cinéticas para el espacio público de Ortúzar y Pérez.
Bibliografía
Lista de imágenes
[1] Ramón Castillo Inostroza (1966) es titulado en Pedagogía en Artes Plásticas y Licenciado en Estética en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Desde 1994 hasta 2010 fue Curador de Arte Contemporáneo del Museo Nacional de Bellas Artes. Desde 1990 ha realizado numerosos textos y ensayos para libros, catálogos y revistas especializadas. Ha sido curador de: Camilo Mori, Matilde Pérez, Iván Vial, Eduardo Martínez Bonati, Raúl Zurita, Enrique Zamudio, Voluspa Jarpa y Fernando Prats. Realizó exposiciones de tesis: Biblioteca Recuperada: libros quemados, encontrados y desaparecidos; La pieza que falta: Impactos de bala contra el Museo, 1973. Curador de “Habitar el vacío” con Alfredo Jaar, Iván Navarro, Fernando Prats y el poeta Raúl Zurita (Barcelona 2016). 2017 curador de la exposición “La revolución de las formas; 60 años de arte abstracto en Chile” (CCPLM). Presidente de la Corporación Balmaceda Arte Joven (marzo 2017). Doctor en Historia del Arte (Universidad de Barcelona). Director, Escuela de Arte de la Universidad Diego Portales (2010).
« Back to Glossary Index