jueves 10 de septiembre de 2020
Archivo Casasola México, Margarita Robles de Mendoza con cartel, pide voto femenino, 1921. De la exposición A la par. Mujeres y fotografía. Cortesía Centro de la Imagen.
Por Mane Adaro
Es de vasto conocimiento que de manera similar a la historia del arte, el medio fotográfico no ha escapado de una mirada centrada en lo masculino. Si bien, los análisis en los años 70 de la historiadora del arte feminista Linda Nochlin sobre la inexistencia de grandes artistas en el arte universal proponían una reorientación del canon, no pretendían necesariamente sumar nuevos nombres, sino que entrar en la discusión de las estrategias políticas de un sistema artístico —social y económico — que propiciaba la marginalidad de las mujeres a partir de la mirada blanca, esencialista y binaria. Ha sido un hecho la ausencia activa de autoras en la historia de la fotografía, por décadas han quedado secuestradas en sus roles maternos y “femeninos”, y si han llegado a alcanzar algún reconocimiento y visibilidad, sus historias no están exentas de dobles adversidades.
En correlato con la trascendencia que han tenido estos últimos años los movimientos feministas en la región latinoamericana, activada por múltiples causas, mas especialmente por la denuncia hacia una violencia de género que se acrecienta, desde varios ejes la fotografía ha sido uno de los medios principales en revelar una violencia simbólica y literal, y con esto, la percepción de desigualdad, proponiendo en este curso, una relectura del papel que ha tenido la producción y la mirada de las mujeres fotógrafas. El festival FotoMéxico 2019, en su tercera versión estuvo dedicada al tema “Mujeres”, perfilándose desde una perspectiva de género y un fuerte carácter feminista; dos características imbricadas en lo político y la política de las imágenes, lo que impulsó una reflexión acerca de la trascendencia y el rol activo de la fotografía en temas actuales de género. Concebido y coordinado por Elena Navarro, ex directora del Centro de la Imagen de México, el festival FotoMéxico es una organización orgánica e institucional que trabaja mancomunadamente junto a Museos, Centros y Galerías de Arte a lo largo del país, y que contó para esta versión, con un “Encuentro Internacional” bajo la mirada curatorial de la historiadora del arte y docente feminista, Karen Cordero.
Claudia Donoso, Goyesca, 2018. De la exposición Sol Negro, cortesía Centro de la Imagen.
FotoMujeres 2019, sugirió por tanto, los aspectos críticos de los feminismos, en cuanto a una postura anti heteronormativa, más bien integradora de “nuevos imaginarios y nuevas subjetividades” descentradas de los razonamientos monológicos del mundo.¿Qué significa ser “mujer” en el mundo actual? ¿Cómo se siguen extendiendo los estereotipos y los roles fijados a una normatividad binaria y excluyente? ¿Cómo se perciben y formulan a sí mismas las “mujeres”? ¿Cómo las imágenes (de)construyen el género? ¿Cómo se puede pensar una identidad y sexualidad siempre anudada a una política de los cuerpos? Estas preguntas delinearon un cruce temporal entre las distintas visiones expuestas, entre las múltiples generaciones de las/los expositores, confrontadas y atravesadas por los tiempos y las urgencias. Por otro lado, las actividades impulsaron la importancia que tiene la fotografía para los temas activistas y sociales, puesto que el medio fotográfico ha sido clave en visibilizar los debates personales y colectivos de las mujeres en temas de derechos.
Exposición The Ballad of Sexual Dependency, Nan Goldin. FotoMéxico 2020, Centro de la Imagen. Cortesía Centro de la Imagen.
Una de las preguntas que podrían surgir (e insistir), es ¿por qué un festival dedicado a “mujeres”’? A dos meses de inaugurarse, un hecho particular marcó la trayectoria del festival, cuando los días 12 y 16 de agosto de 2019, miles de mujeres salieron a las calles a protestar contra la violación de dos menores de edad por parte de la policía. Las consignas “¡Ni una más!”, “‘¡Justicia!” y “¡Nos están matando!”, redibujaron las ciudades de todo México, especialmente la capital, momento en que miles de activistas se apropiaron de los monumentos más emblemáticos de la cultura mexicana, escribiendo, pintando y rayando sobre las superficies. Las críticas hacia la ola activista por parte del mundo político y mediático, crearon un paroxismo estético, de extrañamiento suspendido, por la normalización que hizo el mundo político y ciudadano hacia la violencia de género. La inclusión en FotoMujeres de fotografías y temas alusivos a los sucesos ocurridos en agosto son una prueba de la perspectiva histórica de las batallas que las mujeres han debido librar, así como del poder de la fotografía, indicado por Elena Navarro, cuando expone la necesidad de estar conscientes “del poder de la imagen como memoria histórica y detonadora de lo político”. De esta forma, FotoMujeres 2019 inaugurado en diciembre de ese año, se constituyó no sólo como un encuentro expositivo y propositivo de la obra de “mujeres” autoras, o sobre la iconicidad con respecto a lo “femenino”, sino que el encuentro se desarrolló con múltiples talleres, acciones, exposiciones, homenajes, laboratorios, etc., activando un diálogo, en cuanto a la trascendencia y performatividad que le dio a la fotografía documental, la mirada de las propias fotógrafas, artistas y activistas.
Las exposiciones fueron enunciadas desde una perspectiva de género, ligada a una historia de debates de los cuerpos, reconocida en cuatro frases desplegadas: “Cuerpos situados”, “Cruzar fronteras”, “Lo personal es político”, y “Archivo: de lo privado a lo público”. Así, divididas en segmentos poéticos y activistas, las exposiciones compartían un eje común y variado, de matices e historias entrelazadas, de intimidades y desobediencias. En la sección “Lo personal es político”, varias muestras en referencia a las reivindicaciones feministas dialogaron a través del tiempo. La exposición, Hasta que la dignidad se haga costumbre, de la artista y activista Cerrucha, con curaduría de Yunuén Sariego, estaba compuesta por fotografías de gran tamaño correspondientes a la revuelta de agosto y otras pequeñas que hacen parte de un trabajo de cinco años que la artista desarrolla en torno a las manifestaciones feministas en ciudad de México. La invitación sugería a quienes la visitaban, confrontar la doble moral e intervenir unas pequeñas piezas exhibidas, con la idea como indica el texto del catálogo, que el público “pudiera involucrarse en busca de justicia y dignidad”. Otra de las muestras, A la par. Mujeres y fotografía curada por Mayra Mendoza Avilés, se constituía de retratos y fotografías de mujeres que influenciaron desde diversos ámbitos, el quehacer mexicano en el s. XIX y a lo largo del s. XX. Lo mismo sucede con otras muestras, acciones u homenajes, como es Esta ciudad será de, con y para Nosotras o no será, un ejercicio fotográfico y colectivo liderado por la artista y activista cultural, Lorena Wolffer, en el cual, la fotografía en su contexto documental se actualiza en un rol crítico y catártico. De modos distintos, en tiempos y en presentación, estos trabajos fotográficos produjeron un sitial preponderante en base a un documentalismo activista y performativo, con respecto a la memoria colectiva y el rechazo hacia una violencia de género naturalizada.
CERRUCHA, de la serie Hasta que la dignidad se haga costumbre. Cortesía Centro de la Imagen.
La curaduría de FotoMujeres 2019, a lo largo de su programación va a sugerir una mirada diversificada sobre las numerosas problemáticas que guían las vidas de las “mujeres” en un sistema hetero-patriarcal, de visión excluyente y unidireccional. De esta manera, a través de narrativas creativas, performativas, documentales e investigativas, los temas expuestos movilizaron, entre otras relaciones, comprender los cánones que han persistido en la configuración de los roles, visibilizando los mecanismos de control de los cuerpos, así como sus subversiones poéticas, rebeldes y contraculturales. Como acontece con las obras de la fotógrafa norteamericana Nan Goldin, en la muestra individual, La balada de la dependencia sexual, curada por César González- Aguirre y Andrea Celda, exposición que a través de una fotosecuencia de 700 diapositivas y una sugerente melodía inspirada en Bertolt Brecht, entra en el diario íntimo y desarraigado del mundo afectivo y contracultural de la artista. Las fotografías situadas a finales de los 70 y 80, muestran una época plena de desborde, un sentir fuera de las normas tradicionales, con una sexualidad y fantasmas relacionados a las drogas y al sida. En un sentido compartido, la exposición Sol Negro curada por Alexis Fabry y María Wills,expone a partir de la mirada de doce artistas de América Latina, las exigencias de un ethos femenino en una región latinoamericana años 70 y 80, convulsionada por los conflictos sociales y las violencias de Estado. Con obras de Luz María Bedoya, Johanna Calle, Carolina Cárdenas y Sergio Trujillo Magnenat, Milagros de la Torre, Claudia Donoso, Paz Errázuriz, Rosa Gauditano, Adriana Lestido, Rosario López, Carla Rippey, Leonora Vicuña y Helen Zout, la muestra refleja una búsqueda fotográfica plena de sensibilidad y melancolía de las artistas, forjada en las dificultades de un tiempo oscuro, en el cual ser mujer- autora era doblemente difícil.
Nan Goldin, The Ballad of Sexual Dependency (La balada de la dependencia sexual). Cortesía Centro de la Imagen.
Leonora Vicuña, La Palmera, 1983. De la exposición Sol Negro. Cortesía Centro de la Imagen.
Paz Errázuriz, Evelyn, 1987. De la exposición Sol Negro, cortesía Centro de la Imagen.
Un momento clave con respecto a la fotografía, el racismo y el género, lo aporta el encuentro internacional “Extendida como una mujer”, realizado en el Museo Amparo de Puebla, con curaduría de Karen Cordero. Con un guiño a las citas feministas “Extendida como una mujer atrevida” y “La mujer no nace, se hace”, de la escritora afroamericana Audre Lorde (1934-1992, EEUU) y la francesa Simone de Beauvoir (1908-1986, Francia) respectivamente, el encuentro deslizó una invitación para dialogar sobre el concepto de interseccionalidad, comprendido como las relaciones indivisibles entre género, raza y clase, en términos de entender las relaciones de poder que extienden las condiciones de subalteridad. El encuentro que tuvo de invitadas a las artistas expositoras: Laia Abril, Maya Goded, Susan Meiselas, Rosario López, Leonora Vicuña, Carla Rippey, Carol Espíndola, Karina Aguilera Skvirsky, Mara Sánchez-Renero, Marta María Pérez Bravo, Angélica Dass, y el curador César González-Aguirre, abordó las prácticas artísticas, documentales, investigativas, fotoperiodísticas y curatoriales del grupo, quienes hablaron sobre temas de aborto, racismo, sexualidad y diversidad de género.
Proponiendo un pequeño mapa por la región latinoamericana, de acuerdo a la importancia de gestiones como festivales o web de difusión, que intentan impulsar una transformación de los cánones de las miradas en consideración al trabajo de autoras “mujeres”, es a partir del año 2010 aproximadamente, que varios y diversos proyectos entre sí han visto la luz. Se han conformado como instancias alternativas de difusión y/o reflexión en torno al género y los feminismos, por ejemplo, la web del Museo de Mujeres Artistas MUMA (México), fundado el año 2010 por iniciativa de la fotógrafa y videoasta Lucero González, o el Festival de Mujeres Fotógrafas FOCOM, creado en el año 2013 por el Colectivo Las Niñas (Santiago de Chile). Esta iniciativa invitaba a reflexionar en las condiciones que determinan la invisibilidad de las mujeres en términos de género, y en su segunda versión (2015), el festival hizo un giro potencial al vincular grupos activistas disidentes y feministas a la exposición central. En el año 2014 la fotógrafa Verónica Sanchiz (Venezuela-Hong Kong), crea el proyecto web: Foto-Féminas, dedicado a difundir obra de fotógrafas de América Latina y el Caribe. Igualmente, después de cuatro años de investigación, la historiadora del arte Aldeide Delgado (Cuba) crea en 2017 la plataforma Catálogo de Fotógrafas Cubanas, fundando además, el proyecto WOPHA Women Photographers International Congress; evento a celebrarse el año 2021, con un fuerte carácter reflexivo en temas de fotografía, feminismo y racismo. Sin duda, se puede generar un trazado, ampliando los nexos que surgen entre una y otra gestión, pensando en los encadenamientos vitales, que activan una continua reflexión sobre el legado de la violencia y la exclusión, sus causas y derivaciones. Así, la realización de FotoMujeres 2019, se puede trazar como un hito, con respecto a la programación, a la línea curatorial que abre distintos focos de discusión al actualizar el rol de las imágenes, y por la impugnación que desde el medio fotográfico realiza al orden “natural” de las cosas, referidas al género, al racismo y la violencia adherida en las estructuras mismas de la nación.
Mane Adaro (Chile) es curadora independiente de arte y fotografía. Fundadora y editora en jefe de la revista Atlas, dedicada a la difusión y al análisis crítico de las imágenes. Magíster en Estudios de la Imagen, UAH, se interesa por temas de feminismo, archivo y decolonialidad.
Este texto se enmarca dentro de una iniciativa que realiza CNAC y el Área de Fotografía gracias al apoyo de la Secretaría Ejecutiva de Economía Creativa, la cual consta de compartir entrevistas, textos y reflexiones en torno a fotógrafos, fotógrafas y agentes relevantes de la fotografía nacional e internacional.