miércoles 17 de agosto de 2022

EL ESTADO ACTIVO DE LETARGO

Por Daniela Hermosilla Z.

Catalina Juger, de la serie “El cielo se ha vuelto rojo”, 2021. En Letargo revista, edición 002, 2021

 

Traigo un par de diagnósticos historiográficos, algunas reflexiones y una buena ironía.

Ya sabemos que un letargo o un estado letárgico, es un estado de sueño, de inactividad. Su sentido etimológico nos lleva a la mitología griega, donde Lete, hermana de Hipno (Sueño) y de Tánato (Muerte), le da el nombre a un río que atraviesa el Hades, de donde beben agua las almas de los muertos para olvidar su vida pasada y así poder reencarnar, con cabeza limpia de recuerdos, en su nueva vida terrenal. Es decir que Lete es una pócima del olvido. De ahí viene la palabra letargo.

Cuando en el año 2020 el fotógrafo y periodista Felipe Muñoz dio inicio al proyecto Letargo como una publicación digital de fotografía contemporánea, justamente partió desde un diagnóstico crítico acerca del estado adormecido en el que se encontraban las plataformas destinadas a la difusión y reflexión en torno a la fotografía en Chile. Se trata de una propuesta, que, desde esta hermosa paradoja, aporta a la activación de toda una disciplina, tanto desde la difusión de la práctica de diversos fotógrafos y fotógrafas como desde la problematización de la fotografía como un medio subjetivo, reflexivo y crítico.

El segundo diagnóstico que quisiera proponer es tal vez bastante evidente, pero no por eso menos importante: el mundo del arte sigue en deuda con la fotografía como disciplina artística.

Pese a su integración en el trabajo de distintos artistas desde principios del siglo XX, la fotografía sigue siendo considerada como un oficio aparte, con su propia genealogía, historia, metodología de enseñanza e historiografía; como una técnica más que una práctica artística cuya capacidad crítica trasciende sus posibilidades documentales. Esto lo podemos confirmar, por ejemplo, en la tardía inclusión del medio fotográfico en las carreras de Artes Visuales en Chile, o en su falta de profundización en libros de historia del arte, pues se ha contemplado como otra disciplina, paralela a la de las Bellas Artes. En la raíz de este conflicto se encuentra la histórica lucha por la posibilidad de un lenguaje subjetivo versus la expectativa externa de imitar la realidad lo más fielmente posible, tanto de la pintura como, más tarde, de la fotografía. Una supuesta confrontación que, en realidad, no era tal ya que la fotografía vino a liberar a la pintura de su deber ser fiel a la naturaleza, abriendo así las puertas a la subjetividad del artista y al punto de vista autoral y artístico. Momento clave de la historia de la representación y de la visualidad. La fotografía, por su parte, inició la misma búsqueda desde principios del siglo XX, en cuyo origen podríamos mencionar el trabajo del grupo Photo-Secession con Alfred Stieglitz a la cabeza, y luego a las vanguardias surrealistas o dadaístas en Europa, con relevantes referentes como Man Ray o Hannah Höch, quienes exploraron las posibilidades técnicas de la fotografía para abrir sus resultados visuales, ajustándola más a un medio creativo que a una técnica de representación de la realidad. Sin embargo, y pese a esta voluntad rupturista que buscaba el cruce entre ambas, la fotografía y las Artes Visuales, siguieron dos caminos historiográficos y disciplinares paralelos.

 

Verónica Garay en Letargo revista, edición 001, 2020

 

Cristián Ordónez en Letargo revista, edición 001, 2020

 

Sin duda, estos son diagnósticos compartidos por diferentes personas, instituciones, plataformas independientes y otras iniciativas que, en la actualidad, han volcado sus esfuerzos en problematizar la práctica fotográfica como un medio artístico crítico, mediante la cual artistas han podido construir investigaciones y discursos incisivos tanto sobre las realidades como sobre las ficciones que les rodean. En Chile, un ejemplo de esto es justamente el marco en el que se publica el presente texto, el Mes de la Fotografía celebrado institucionalmente desde hace un par de años con exposiciones, charlas, espacios de difusión de fotografía y de reflexiones en torno a esta práctica. Otro ejemplo institucional puede ser la creación en el año 2001 del Centro Nacional de Fotografía de la Universidad Diego Portales, o bien, el esfuerzo desde variados proyectos de investigación, difusión y publicación de escenas independientes, como la Colección del Metalibro, el Colectivo Arde, el proyecto Rayo Verde, por nombrar algunos pocos.

Letargo es un proyecto que nace desde esta inquietud, tal como lo plantean en su texto editorial, “para poner en valor la fotografía como disciplina, oficio y profesión” y para “difundir el trabajo de aquellxs fotógrafxs que se apropian de la realidad”, destacando entonces una visión autoral de la práctica fotográfica por sobre la meramente informativa de la realidad. Nuevamente, la búsqueda de la subjetividad.

En Chile, el 2020 fue un año que vio emerger a muchos y variados proyectos independientes y autogestionados. Tanto el efervescente marco político que desde el 2019 marcaba la pauta de toda actividad social, como el golpe que significó una pandemia global para las economías culturales, hicieron que muchos proyectos y trabajadores culturales que habían quedado a la deriva, tuvieran que buscar otras formas de creación, desarrollo y traspaso de contenido creativo.

La revista Letargo fue uno de ellos, comenzando como una publicación digital en febrero del 2020, principalmente como un proyecto de difusión de fotografía. A su director, Felipe Muñoz, se le unieron Valentina Peña, Juan Alfaro, Katalina Cortés, Axel Indey, Nicolás Hormazábal, Joaquín Rodriguez y Rodolfo Andaur. Hay que decir que, especialmente en el contexto pandémico, el formato digital como medio de difusión fotográfico fue muy apoyado, principalmente por artistas que necesitaban seguir dando visibilidad a su obra.

Pero Letargo, en términos concretos, no es solo una revista. Es un espacio que, desde distintas aristas, trabaja con la fotografía y con lo fotográfico, es decir, con la fotografía como medio y como problemática discursiva. Hay que imaginarse una constelación, donde cabe una dimensión digital y una análoga. En esta constelación existe una publicación impresa y digital; un podcast de conversaciones sobre fotografía entre miembros del equipo editorial y otras personas invitadas; y una página web que funciona a su vez como archivo y como plataforma para la publicación de otros textos, columnas, entrevistas, ensayos y noticias. Todo esto es Letargo. Convengamos en que no es solo una revista de difusión, se trata de un espacio donde se genera contenido crítico sobre fotografía contemporánea en América Latina, con un claro foco puesto en Chile.

 

Gaspar Abrilot en Letargo revista, edición 001, 2020

 

Letargo nace en Coquimbo, marcando con esto una posición territorial muy importante para el proyecto, cuyos objetivos incluyen un esfuerzo por descentralizar el desarrollo de las industrias culturales y creativas en Chile. Desde acá han convocado a fotógrafos y fotógrafas de distintas localidades para publicar y conversar sobre su obra y la fotografía como práctica, proponiendo así, una marcada perspectiva social y política, desde donde se han abierto a otros países latinoamericanos como Argentina, México y Colombia.

La idea de territorio es de hecho un eje central en la línea editorial del proyecto, entendido desde sus sentidos más amplios: como un espacio donde dialogan las personas a partir de la idea de un territorio en disputa, en conflicto, desde el ámbito social, político, geográfico y medioambiental. También como el espacio más íntimo, más personal, que tiene relación con el cuerpo como un territorio antropológico de lucha. De acuerdo con el espacio donde una persona se mueve y transita, también se aborda el territorio en relación al concepto de la migración, de fronteras nacionales y regionales, reflexionando entonces desde una posición política a través de los fotógrafos y las fotógrafas y sus respectivas investigaciones visuales.

Casi todas estas perspectivas están muy bien ejemplificadas en cada número de la revista, con entrevistas, notas y fotografías. En el segundo número, por ejemplo, a través del trabajo de Catalina Juger, Paz Olivares-Droguett, María La Sangre y Ricardo A. Pichulmán, encontramos claramente un tema macro relacionado al territorio, para luego decantar en micro-temáticas que tienen relación con los cuerpos en resistencia, los cuerpos individuales y los colectivos, las marcas, el paisaje, el espacio público y la disidencia. En el tercer número, en una entrevista con el fotógrafo Marcos Zegers, este problematiza el territorio en su obra como “un binomio que existe entre el ser humano y el paisaje”. Habla de “los paisajes culturales que ilustran la tensión del territorio. Hay una visión crítica en cuanto a cómo se habita, eso lo denomina y eso lo forma y eso da cuenta del lugar, de que no es por sí solo”. Desde sus reflexiones y su trabajo, desprendemos la idea del territorio afectado por las acciones humanas, desde un punto de vista medioambiental con temas como el extractivismo (lo cual se puede ver en su serie “Agua, Minería y Éxodo”, 2015-2019) hasta las formas de habitar el exilio forzado (serie “La desconocida historia de los 93 jóvenes chilenos que fueron a Rusia”, 2018). Por otra parte, mediante trabajos como los de Nicolás Val, Celeste Rojas o Cristián Gómez, se explora activamente la noción de la fotografía de los márgenes y de discursos no hegemónicos, problematizando así ámbitos sociales en código fotográfico. En ese sentido, Letargo propone relatos visuales más que narrativas teóricas.

 

Catalina Juger en Letargo revista, edición 002, 2021

 

En el podcast, a falta de visualidad, exploran contenidos que tienen que ver con el pensamiento fotográfico desde un punto de vista teórico, profundizando en las propuestas de autores claves como Susan Sontag, Walter Benjamin o Joan Fontcuberta. De esta manera, mediante conversaciones informales, el programa funciona como un espacio de reflexión en torno al estado de la fotografía contemporánea con entrevistas y conversaciones sueltas con curadores, fotógrafos y fotógrafas y otros invitados e invitadas.

Si nos centramos en la revista misma, es evidente la misión implícita de dar visibilidad a fotógrafos y fotógrafas, tanto desde su pensamiento como desde su práctica fotográfica, publicando contenido analítico crítico expuesto en primera persona. En ese sentido, se trata de un proyecto que cumple con acercar la fotografía y lo fotográfico al público sin filtros académicos ni técnicos, a través de entrevistas, textos escritos por los propios fotógrafos y fotógrafas, y por supuesto que también mediante su trabajo visual.

Las fotografías publicadas en los cuatro números de la revista forman una columna vertebral en los discursos propuestos en cada edición. Este es un punto fundamental para destacar en Letargo, ya que se trabaja con la visualidad reflexiva, con la idea de la imagen fotográfica como texto o documento independiente, lo cual convierte a la propia publicación en un espacio para poner en práctica la capacidad crítica de la fotografía y sus posibilidades discursivas.

La subjetividad desde donde comunica Letargo, como constelación, sucede desde una perspectiva afectada, no neutra. Asumen una posición crítica de cara a la sociedad contemporánea y proponen la fotografía como una posibilidad, o tal como lo declaran en su editorial, para plantear preguntas más que para generar respuestas. Para tensionar e incomodar lo establecido. Y aquí es donde viene la ironía: se trata de una plataforma que activa y genera contenido en torno a la fotografía contemporánea, logrando de esta forma despertarla del sueño profundo y reemplazar el olvido de Lete por la capacidad elocuente de la imagen fotográfica.

 

Felipe Muñoz Tirado (1996) es fotógrafo, editor y periodista. Licenciado en Comunicación Social, actualmente cursando Magíster en Teoría e Historia del Arte. Interesado en los cuestionamientos sociopolíticos del territorio, ha dedicado su trabajo fotográfico autoral al análisis de las diferentes dinámicas de intervención y resistencia en la sociedad. Director de Letargo Revista.

Daniela Hermosilla Zúñiga (1983) es artista visual, Doctora en Historia del Arte, y profesora en la Universidad Austral de Chile. Es investigadora asociada en el grupo de investigación Arte, Globalización, Interculturalidad (AGI) de la facultad de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona. Ha publicado diversos artículos en revistas científicas y de divulgación en Barcelona, Berlín, Liubliana, Santiago de Chile, entre otros, y ha ofrecido diversas ponencias académicas en Barcelona, París y Valdivia. Es co-fundadora del colectivo Greta Rusttt (2013 – presente), desde donde desarrolla diferentes proyectos curatoriales, artísticos y editoriales. Es también, junto al artista Jan Vormann, editora de la revista ,coma (2020 – presente), publicación de artista trimensual que parte de la noción de las ediciones impresas como lugar de encuentro colectivo. Vive y trabaja entre Berlín y Valdivia.

 

Esta publicación se enmarca dentro de la iniciativa del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile dentro del contexto del Mes de la Fotografía 2022, la cual consiste en compartir entrevistas, textos y reflexiones en torno a fotógrafas, fotógrafos y agentes relevantes de la fotografía nacional.